24 de marzo de 2009

Promises III


Siguiente reseña crítica de Promises, la de Tania:

Un documental rodado a lo largo de varios años para conocer y dar a conocer la opinión de muchachos israelíes y palestinos sobre el conflicto que existe entre sus naciones. Parece a simple vista algo relativamente sencillo, vas allí y escuchas lo que tengan que decir. Pero en realidad supone un increíble esfuerzo, no sólo por la fuerte tensión que existe entre los países sino porque, al fin y al cabo, están en guerra, y eso supone que uno está arriesgando su vida. Aunque la complejidad probablemente esté en trabajar con niños.
Está claro el por qué de la elección: tratar de buscar criaturas inocentes, que no tengan la culpa de lo que está sucediendo, aunque paguen las consecuencias. Pero, curiosamente, es esa inocencia que los hace más neutrales la que puede hacerlos también más radicales, lo cual se puede ver en el caso de algunos de los muchachos. A través de las opiniones de los niños podemos ver en parte el reflejo de las consecuencias de las acciones de los adultos, horrorizándonos del modo en que se les cierran las puertas de la comprensión del prójimo, tratando de llevarlos a una parcialidad que ellos quizá no deseen. En ese sentido es muy adecuada la actuación del director, quien no deja de incitarlos a pensar, a abrirse a posibilidades, pero sin recurrir al recurso del “lavado de cerebro”, ya que sabe que trabaja con criaturas vulnerables a su opinión y a lo que él les diga que deben pensar.
Resumiendo: una acertada decisión que nos permite observar las dos caras de la moneda, la inocencia y la pérdida de ésta; unas ideologías y otras; el rechazo y la aceptación … Todo en personitas a las que no nos sentimos capaces de odiar, descubriendo no una película de buenos y malos, sino de víctimas de algo que aunque veamos como lejano, y sí lo esté, aunque no tanto, en el plano espacial, tenemos aquí mismo en el tiempo, sucediendo mientras no se hace nada por detener un conflicto absurdo que unos niños son capaces de solucionar en un documental, por un día, pasando por un “check point” y juntándose para jugar al fútbol y descubrir que los otros no son monstruos y los unos no son criaturas desaprensivas incapaces de comprender por lo que están pasando: viéndose como iguales, que es lo que, en definitiva y aunque una mano moviendo hilos intente no permitirles ver, son.

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